Este verano, mientras el sol abrasador domina la ciudad, decidí escaparme hacia un lugar donde el clima fresco y la naturaleza prometían ser el refugio perfecto: el volcán Mombacho.

Ubicado a 10 kilómetros al sur de la ciudad de Granada, el Mombacho es uno de los guardianes naturales más imponentes de Nicaragua. Con una altura de 1,344 metros sobre el nivel del mar cuenta con una extensión de 567,31 hectáreas, este coloso alberga un bosque nuboso lleno de vida y misterio.

Con su brisa fresca, su neblina envolvente y sus senderos, este destino es la opción ideal para sofocar el calor y reconectar con la tranquilidad de la naturaleza.

El viaje comenzó temprano en la mañana, para llegar al Mombacho, es necesario usar un vehículo 4×4 debido a las empinadas carreteras que llevan a la cima, aunque también existe la opción de tomar el transfer que ofrece el parque.

Al llegar, lo primero que noté fue el clima. El volcán Mombacho es conocido por su temperatura fresca, que ronda los 20°C, un verdadero alivio comparado con los sofocantes 35°C o más que suelen caracterizar a Managua y otras zonas del país.

Envuelta en la característica neblina del lugar, que crea una atmósfera mística y refrescante, decidí ponerme en marcha, respiré profundo, pues hacía mucho tiempo no realizaba senderismo, y sabía que en cualquier momento eso me iba a pasar factura.

Esta no era la primera vez que visitaba este refugio de la naturaleza, así que ya sabía a lo que me atenía.

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Comencé mi recorrido por el sendero El Cráter, uno de los más populares, rápidos y fáciles de hacer. Este camino esta increíblemente bien acondicionado, con pasarelas de madera que facilitan el caminar, -no son resbalosas-, estas se mantienen húmedas debido al clima, por lo que pensé que debía tener cuidado mientras bajaba, no quería caerme, pero, para mi sorpresa, estas no estaban resbaladizas, sino que se sentían bien firmes, así que decidí aligerar el paso, mientras disfrutaba de la exuberante vegetación.

A cada paso, la naturaleza se mostraba en todo su esplendor: helechos gigantes, orquídeas silvestres y árboles centenarios que parecían tocar el cielo, el sonido de los pájaros y el viento, me hacían sentir la paz que solo encuentro en la naturaleza.

Uno de los momentos más impresionantes fue llegar a los miradores naturales. Desde allí, la vista es simplemente espectacular. Los farallones, esas imponentes formaciones rocosas, se alzan majestuosos entre la neblina, creando un paisaje que parece sacado de un sueño.

La neblina, que va y viene, añade un toque de misterio al lugar. En un momento, todo está claro y despejado, y al siguiente, te encuentras envuelto en una nube espesa que te hace sentir como si estuvieras caminando en otro mundo.

Otro de mis momentos favoritos fue llegar al final del sendero, desde allí, las vistas son espectaculares. Me quedé un rato admirando la magia del lugar, me fui a asomar a una de las fumarolas del volcán, aprecié cómo la neblina se despejaba y apreciaba en el fondo la ciudad de Granada, con sus techos rojos y su arquitectura patrimonial, y el impresionante lago Cocibolca, salpicado por las isletas que parecen joyas flotantes… decidí inmortalizar el momento tomando fotos y videos.

Es hora de retornar, el frío me tenía la piel “chinita” y finalmente regresé al centro de información, donde decidí terminar mi mañana con un cafecito bien merecido.

El lugar ofrece información sobre el volcán y sus senderos, además cuenta con servicio de alimentación donde pueden disfrutar de comida ligera, desayunos típicos, güirilas y hasta frutas, también es el espacio ideal para recargar energías, porque el regreso te dejará sin aliento… bueno, así quedé yo.

En el volcán, existen tres tipos de senderos, yo hice el fácil y lo hice sin acompañamiento, pero lo recomendable es siempre andar con el guía, los otros dos senderos -Tigrillo y Puma- son más difíciles y extensos, pero son realmente increíbles.

El Mombacho es una experiencia que renueva el cuerpo y el espíritu. Es un lugar donde el calor sofocante del verano se desvanece, reemplazado por la frescura de la neblina y la sombra de los árboles centenarios, un espacio para reconectar con la naturaleza, admirar su magia y crear recuerdos inigualables, anímate a pasar un día increíble acá, te aseguro que no te vas a arrepentir.