Laboriosas manos reflejan en alfombras multicolores, de aserrín, la pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo desde hace años. Esta tradición se ha convertido en un atractivo turístico que atrae a miles de turistas cada Viernes Santo.
Laboriosas manos reflejan en alfombras multicolores, de aserrín, la pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo desde hace años. Esta tradición se ha convertido en un atractivo turístico que atrae a miles de turistas cada Viernes Santo.